CHAPITO

Fue hace tres años que ingresó a nuestras vidas. Entraba en la palma de mi mano, el día que lo entregaron. Después me comentaron que al verlo tan indefenso y pequeño, dudaban que culmine la primera noche.Lo acomodamos en la cocina cercano al refrigerador, en una casa para gatos que al aplastarse se convertía en un esponjoso cojín. Contra todo pronóstico no gimió o lloró esa noche ni las siguientes.
Lo bauticé con el apelativo “Chapito”, mi hijos no estuvieron de acuerdo. Al segundo día, lo llevé a la veterinaria temprano por la mañana.
- Buenos días, vengo para un chequeo a mi mascota.
- ¿Nombre?
- “Chapito”
- ¿Chapito? No le parece algo inusual el nombrecito.
- Luca es su nombre- respondieron en coro mis hijos
- ¿Apellido?
- ¿Apellido?- pregunté.
- Arce- volvieron a responder los chicos
- ¿Edad?
- Dos meses
Después de una explicación de una hora, la “doctora” consiguió la aprobación para colocarle todo lo que debería colocarse, a fin de lograr su desarrollo “sano y feliz”.Así, los primeros meses su “mundo” se limitaba a explorar el territorio de la casa. El pequeño shih tzu, pasaba el tiempo destrozando juguetes y ladrando al gato amarillo que, desde lo alto de la pared, lo observaba como “bicho raro”.
Comenzó comiendo galletas, eso fue los primeros meses. Hasta que, alguien cedió al ver sus ojos verdes observar el pedazo de pollo reposando en el plato. Jamás volvió ni a oler las galletas, parecía decirnos por algo tengo dientes, sanos y filudos.Ahora, exige salir para encontrarse con sus “amigos”. Salta, corre, ladra al ver la correa protectora. Una vez equipado, con trote rápido se dirige a “su mundo”: El parque. En el trayecto ha realizado las paradas respectivas para oler, marcar territorio o perseguir al gato amarillo. Al llegar al destino, le quito la correa y sale como bala en busca de todo.
Llegan de todas las razas. Está la schnauzer que su “dueña” no deja que nadie se le acerque, dos vueltas al parque y desaparecen. El pastor que tiene seis meses, juguetón y travieso, al correr juntos, le estampa un par de pisadas, revolcándolo en la carrera. También el simpático “calambrito”, un chihuahua alborotado, a su lado “Chapito” se agiganta. La pareja poodle, cuyo dueño recorre el lugar sin ponerles correas, sólo con silbidos los controla, lo siguen por donde va sin desviarse ni perder de vista al susodicho. Así también aparece de vez en cuando el terror de los más enanos, el rotweiler. Apenas asoma la nariz, provoca una estampida entre los dueños en busca de sus mascotas, algo así como cuando el “tiburón” asoma en un banco de peces. Su dueño, un tipo de baja estatura, crece en ese instante, maneja los miedos y temores de los demás, disfruta el momento. Cierta vez, “Chapito” se le enfrentó, el can con un solo ladrido lo revolcó y despeinó, estaba controlado por la cadena de acero. De lo contrario, ahora otro sería este relato. Y por último, también llegan aquellos a los cuales sus dueños llaman: “bebé”, “hijo (a)”, les hablan suavemente, les ponen vestimenta, zapatos y demás accesorios, celebran su cumpleaños con torta e invitados perrunos y duermen en colchones masajeadores para aliviar el estrés. Así las cosas, “Chapito" tiene un abanico de amigos (as), por tanto, es comprensible su entusiasmo cada vez que se le muestra la correa de paseo.

Comentarios

  1. Caray!, no sabia que tenias un heredero de nombre chapito Arce, mas se parece a Tyson.

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  2. Hola soy kiara, tengo 6 años y me gustó mucho el cuento de Chapito..por favor contar más historias de chapó. Gracias

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    1. Hola Kiarita, trataré de escribir un cuento para niños, saludos

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