SUPERSTICIONES

Despertó de repente, el reloj despertador marcaba la una de la madrugada. En el árbol de caucho del patio de su casa, una lechuza no dejaba de chirriar, la piel se le erizó y un viento helado invadió su cuerpo. Trataba en vano de volver a dormirse, pero era imposible de lograr. Encendió la luz, y dio un grito al ver reposando en el borde del espejo, una mariposa negra gigante, parecía que observaba sus movimientos. Periódico en mano y empleando toda la fuerza posible, buscó aplastarla con tan mala puntería que, el espejo cayó al piso rompiéndose en pedazos, mientras el insecto desaparecía por la ventana del cuarto. Perturbado por lo sucedido, reaccionó, enrumbando en busca  de la lechuza, al llegar al jardín, por más que intentó no pudo ubicarla entre las ramas. El sueño lo abandonó, se levantó temprano para prepararse unos huevos revueltos, cuando se disponía a ponerles sal, la tierra se movió, el inesperado temblor hizo que soltara el salero, desparramándose la sal en el piso del comedor. Decidió no desayunar, lo haría en su trabajo, antes de abandonar su casa, al ver el desorden lanzó unos improperios y cerró la puerta. Aceleró el paso hacia el paradero del bus de su trabajo, al doblar la esquina, un gato negro cruzó intempestivamente hacia una casa abandonada, dejándolo con una grosería que no terminó de pronunciar. Se percató que había olvidado el fotocheck en la mesita de noche, así que, tuvo que retornar para salir más apurado que antes, este impase hizo que no llegara a tiempo a tomar el bus. En su alocada carrera hundió sus zapatos en un charco, se hincó para limpiarlos del barro. Una voz melodiosa lo interrumpió sin previo aviso. El hombre recorrió con la mirada, la línea imaginaria de los tacones rojos hasta el lunar entre sus cejas, sus ojos negros vivaces, combinaban con su cabellera ondulada. Ambos llegaron tarde, el bus había partido hacia la Cervecería en el caserío Palo Blanco, se pusieron de acuerdo y solicitaron un auto particular hacia su destino. Conversaron y rieron durante el viaje. Al llegar a la empresa, mientras esperaban pasar la revisión de ingreso, en una rama de un algarrobo, una putilla miraba de frente al hombre, éste le sonrió y pensó "hoy es mi día de suerte".

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