"JUANITO"

Marco y Kike Adrianzén son hermanos. De niños, la gente pensaba que eran gemelos tan solo por tener la misma estatura, aunque Kike-a pesar de ser menor-era más “agarrao”
Vivían en el barrio de la cuadra siete de la calle San José, y con ellos compartíamos infinidad de juegos. El parque principal se convertía en nuestro centro de operaciones, lo malo era que allí el terror de la mancha, tenía un nombre: “El señor


Callirgos”. Este personaje era el cuidador del parque, de cuerpo delgado y talla baja, se agrandaba cuando invadías su territorio, el parque. Allí él mandaba, no permitía que pisaras el poco césped que había, corrieras por sus caminos, te subieras a las bancas, a los cántaros, a la rueda de molino o a la legendaria carreta, saltaras desde los puentes y tantas cosas más. Creo que no existe alguien de nuestra época que no recibió un chicotazo del respetado señor.

Había un frondoso árbol de tamarindo junto a una noria, en ese mismo espacio, hicieron una piscina en forma de palta, para el representante de todos los “panzas verdes”, el responsable que muchas veces fuera de tu tierra te nombren con su nombre: “Cocodrilo”. Lo bautizaron como “Juanito”, convivía con tortugas y con algunos capazos que eran dueños del tamarindo y desde allí siempre te observaban. Creo que la peor época para “Juanito”, era durante la fiesta de nuestra Santísima Cruz, pues la gente le arrojaba cosas, su piscina, se convertía en muladar y cansado de tanta perturbación, permanecía inmóvil debajo de toda la basura, sumergido en su piscina con el agua color verdoso, siendo casi imposible verlo. Sólo salía cuando lo llamaba “Curita”, que era su cuidador, pues le traía su “comida” que conseguía del camal. Curita ingresaba a la piscina y el animal ni se inmutaba, lo agarraba de la cola, lo abrazaba y le hablaba, parecía que le entendía. Lo había realizado desde que lo trajeron de Tumbes cuando era del tamaño de una lagartija. Cierta vez, Curita por algunas monedas de unos turistas, puso su cabeza dentro de la boca del cocodrilo cuando se encontraba abierta, para las fotos respectivas, ese era el nivel de relación que existía entre el animal y este hombre.
Lo que te atraía el desafiar e ingresar al territorio del cocodrilo, era los tamarindos de 4 pepas o más que caían del árbol. Ingresabas, pero siempre atento, midiendo donde se encontraba el reptil, pues si bien era algo lento en tierra, en el agua era súper rápido. Esa vez, éramos una mancha, fue por la tarde, y corría viento, pues recuerdo que las menudas hojas que caían del tamarindo se agrupaban hacia la punta de la piscina en forma de palta, de tal manera que no veías que había agua, sino parecía que todo era césped. Esa punta, la saltábamos casi todos sin problemas, digo casi todos, porque Marco, por ser más pequeño saltó y no midió bien, entonces cayó dentro de la piscina.
Cuando lo vimos caer todos empezamos a reír, mientras Marco trataba de salir apresuradamente, no lo lograba, pues estaba cubierta de un moho verde resbaladizo, además no era de bordes rectos sino ovalados en esa punta. Marco tenía una cara de espanto que nunca olvidaré, trataba una y otra vez de salir y se volvía a hundir, no gritaba estaba mudo, mientras tanto nadie atinaba a ayudarlo y todos se burlaban. Lo que Marco vio y nosotros no, era que el cocodrilo que se encontraba afuera en tierra descansando, apenas él cayó comenzó a caminar presuroso a la piscina e ingresó, misma película de terror, no sé cómo, pero Marco logró salir por sí solo y caminó, y segundos después apareció la boca abierta del cocodrilo, nos quedamos helados, recién entendimos porque Marco tenía esa cara de pánico y su desesperación por salir. Nos invadió un sentimiento de culpa, por lo que pudo haber pasado y al inquirirle a Marco por qué no gritó, nos dijo que no podía, que se nubló y todo lo que quería era salir del estanque, pues él vio cuando el cocodrilo ingresó.

A partir de ese momento, siempre tuve un respeto especial por “Juanito”, pues algunos decían que era lento y torpe, pero después de lo que vi ese día, nunca coincidí con esas apreciaciones. 

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