LAS JUNTAS
Los meses de vacaciones escolares eran ideales para visitar ese hermoso paraje "Las Juntas", por lo general, partíamos por la mañana y retornábamos hambrientos, sedientos y “quemados por el sol”, al rayar la tarde. ¿protector solar para protegerte?, ¿lonchera con tus frutas y refresco favorito?, ¿traje de baño y sandalias apropiadas?, nada de eso formaba parte del viaje.
Casi nunca tus padres te negaban un permiso para
visitarla, toda la muchachada del barrio se movilizaba, haciendo esa caminata
hacia Palo Blanco, para continuar hasta el destino final, sinónimo de diversión
y buenos momentos.
Allí te encontrabas con gente de otros barrios,
pero había espacio suficiente en aquella piscina natural, así que, cada grupo
encontraba su lugar. Había un pequeño que no alcanzaba los cinco años de edad,
su chapa era “modelo”, su padre tenía una panadería en la calle Inca Atahualpa
justo frente a la panadería del señor Castro, aquél que te decía. “Habla, indio
boca de chicula”.
El nombrecito se lo pusieron como similitud de “ejemplo”
o “niño modelo”. Era común, encontrarlo solo bañándose y realizando unos
clavados dignos de postal, llegaba primero y se retiraba entre los últimos. No
había lugar, que “modelo” no haya dejado sus rastros, era un andariego
empedernido.
“las Juntas” tenían sus secretos, así debías
tener cuidado con la enorme roca cubierta de musgo, que se encontraba casi al
centro, pues al realizar los clavados ya sea de la orilla o desde alguna de las
ramas de algarrobo, corrías el riesgo de estrellarte y perennizar tu nombre en
aquel lugar. Al haber abundantes piedras, cuando buceabas, debías cuidarte de los
sonidos que todos hacían bajo el agua, estrellando una piedra contra otra, propalándose
el ruido como un rayo hasta estallar en tus tímpanos, sin lugar a dudas, una
desagradable práctica.
No todos iban a bañarse, algunos pescaban
mojarras, lifes entre otros pescados de río, improvisando una cocina con las
piedras y palos secos, degustando en el mismo lugar de pescado fresco que
aplacaba el hambre, después de haber jugado en el agua, comías hasta las espinas sin quejarte.
varias veces fui con mi colegio a disfrutar del paseo de la primavera.que grandes recuerdos.
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