EL JOVEN INCA
En 1533 Francisco Pizarro, tras un juicio sumario, ordenó la muerte del Inca Atahualpa. Sin embargo, este hecho no significó el fin del imperio incaico. Los conquistadores para dominar todo el territorio optaron por utilizar un sistema de dominación inca. Así, nombraron al joven Manco inca, como sucesor de Atahualpa. El joven monarca no fue una marioneta sumisa a merced de los hispanos. Todo lo contario, hastiado de la codicia, abuso y del poder desmedido que ejercían aquellos extraños, comenzó a preparar las tropas para su rebelión y recuperar la capital del Tahuantinsuyo, el Cusco. Manco se encontraba descansando por un breve tiempo, después de una larga caminata con su ejército. De pronto, logró divisar a lo lejos un cóndor herido, cercano a un árbol de guayacán, buscaba algo de sombra, el sol quemaba hasta las entrañas. El joven corrió hacia él, lo tomó entre sus manos, percatándose que aún tenía signos de vida. En su choza, el ave con dificultad logró beber algo de agua. Por v